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LA DIVULGACIÓN, EN SU JUSTA MEDIDA

Tengo varios sobrinos que están llegando a la edad conflictiva de los "por qué". Esa tierna edad en la que preguntan el por qué de todo, y una vez que respondes te preguntan el por qué de lo que les has respondido, y así en una interminable cadena de "por qué, por qué, por qué, por qué...". Alguna vez he intentado seguir la cadena hasta el límite de mis conocimientos, lo que no suele se más de dos o tres eslabones más allá.

Parto de la premisa de que no hay malas preguntas, si acaso lo que puede haber son malas respuestas. Las respuestas hay que adaptarlas al público al que están dirigidas. No es lo mismo pretender explicar algo a un niño de cuatro años que a un adolescente. Es la misma razón por la que existen por separado la literatura infantil y la juvenil. Este es el punto donde el divulgador tiene que sacar la vara de medir y afinar lo más posible.


Por ejemplo, ante la pregunta  "¿por qué flota el hielo en el agua?". Podemos contestar que el hielo flota en el agua líquida porque el hielo es menos denso. Es una respuesta válida, pero ¿es suficiente?. Para muchas personas sí que lo es, y no indagarán más, pero para otras esta respuesta no es más que otra forma de decir que el hielo flota. Seguramente alguien preguntará después: "¿y por qué el hielo es menos denso que el agua?". Es entonces cuando habrá que ingeniárselas para divulgar toda una batería de conceptos que podría abarcar desde los enlaces atómicos y moleculares que se dan en el agua, los puentes de hidrógeno, la electronegatividad de los elementos químicos, los modelos atómicos, el comportamiento de los electrones, la entropía, la entalpía, la energía interna... hasta herramientas matemáticas como las ecuaciones diferenciales, si queremos cuantificar todos estos conceptos. En definitiva, la cuestión es ¿hasta cuánto necesita uno profundizar en los "por qué"?. Normalmente quien pregunta dejará de profundizar cuando una de las respuestas le haya satisfecho, salvo... si eres uno de mis sobrinos.

Os recomiendo un video de Richard P. Feynman, premio Nobel de física, hablando de los "por qué", de la divulgación y de qué queremos decir cuando decimos conocer el por qué de algo, no tiene desperdicio:

 



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